Una no puede
dejar oxidar su pluma (en este caso los dedos sobre el teclado), así que aquí
estoy de vuelta a mi espacio favorito, mi blog. Puedo escribir en mi bitácora,
que es también de ustedes, tantas cosas como se me ocurran, pero me limito a
plasmar lo sencillo, pero bueno, el día a día de algunos que para mí es “el día”.
Los que me
conocen a fondo sabrán que no paro los pies (ni las ideas), y al viajar por la
carretera del Sur, el Cibao o el Este, siempre me encuentro con historias, personas,
lugares y paisajes interesantes que de inmediato quiero contar.
No se trata de una bitácora
de viajes como tal, pues en mi entorno también hay historias qué me encanta compartir, más
bien es un baño de pueblo el que quiero darme y trasmitir a mis lectores en cada entrada del blog.