jueves, 19 de julio de 2012

Una no puede dejar oxidar su pluma (en este caso los dedos sobre el teclado), así que aquí estoy de vuelta a mi espacio favorito, mi blog. Puedo escribir en mi bitácora, que es también de ustedes, tantas cosas como se me ocurran, pero me limito a plasmar lo sencillo, pero bueno, el día a día de algunos que para mí es “el día”.

Los que me conocen a fondo sabrán que no paro los pies (ni las ideas), y al viajar por la carretera del Sur, el Cibao o el Este, siempre me encuentro con historias, personas, lugares y paisajes interesantes que de inmediato quiero contar.

No se trata de una bitácora de viajes como tal, pues en mi entorno también hay historias qué me encanta compartir, más bien es un baño de pueblo el que quiero darme y trasmitir a mis lectores en cada entrada del blog.
Bienvenid@s y ¡disfruten del baño!

Posted on 6:54 by María Eugenia del Pozo

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miércoles, 29 de junio de 2011

Me voy por ratos, ¡pero tranquilo!… que regreso.

Vuelvo en tus brazos y siempre pregunto: dónde estoy, de quién son estos ojos que miran temerosos de perderme.

Sigo viva y respiro, aunque no recuerdo tu “no me dejes”, tal vez, o tu “lucha para seguir a mi lado”. Ya no tengo memoria, y es mejor, porque recordar el dolor nunca fue sano.

¿Dónde he visto estos ojos? No sé si estaban aquí justo antes de mi epilepsia temporal, pero los miro. Como se observa un ave mientras vuela, una nube cuando pasa sobre la montaña, como el silencio cuando ya no quedan palabras.

Son esos pequeños ojos, que ahora intentan llenar el vacío de mi memoria, con nuevos besos, con nuevos versos, con nuevos vuelos.

María E.

Posted on 14:01 by María Eugenia del Pozo

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sábado, 16 de abril de 2011


Pretendía escribir un simple comentario en mi muro de Facebook, pero no bastaría para lo que pretendo contar.

En la vida, nos esforzamos mucho para lograr ciertos caprichos, deseos, sueños, metas, como le queramos llamar. Es cierto que si no luchamos por las cosas que queremos, es imposible alcanzarlas, al menos no al tiempo previsto.

Sin embargo, cuando nuestras técnicas no funcionan, cuando pensamos que nos faltará la respiración para aguantar las lágrimas tras una decepción, es justo ahí cuando debemos detenernos, olvidar y volver a empezar de nuevo, seguir adelante.

Debemos evitar forzar el destino, hay que detenerse y respirar, sólo por un momento, eso basta.
Hoy lo hice. Me detuve por un momento y respiré. Lo hice por mi abuela, sí, por ella. Me enseñó lo más importante de esta vida… ¡Vivir!

Me contaba esa graciosa historia y volví a preguntarle lo mismo: ¿Cómo se llamaba el perro Mamá? ¿A dónde quién lo mandaba con el papelito?

Ella, por sus casi 83 años, olvidó hoy algunos detalles, pero luego los recordó… Buen Amigo, ese era el nombre de aquel gracioso perro con el que mandaba notas a la casa de una vecina en unos potreros, en Cubana, cerca de Doña Ana, San Cristóbal, me cuenta. 

“Buen Amigo, váyase donde Marcimina, y él iba con el papelito que decía que Águeda estaba enferma”, me contó otra vez. Su perro regresaba a veces con el encargo del día “un chin de sal, una persona con algún jarabe…”, y mi abuela era feliz, él era un ser al que respetaba y educaba con mucho amor, como lo ha hecho con sus hijos, nietos y bisnietos. “Buen Amigo nunca se comió nada que no le dieran”, me dijo con toda la seguridad del mundo esta tarde de sábado.

Mamá Águeda, Mamá Ñao (por los tantos gatos que tenía cuando yo era una niña), mi abuelita. Ella siempre ha sido una mujer sencilla, yo pretendo ser como ella alguna vez. Ella disfruta de las cosas simples de la vida y no le teme al futuro, se aferra a su presente. 

Hace poco sufrió varios episodios de trombosis, quedó inmóvil de un lado del cuerpo, pero ya está bien, camina y hoy hasta cocinóJ. Ella respira cada día, de a poco, para no caer en la desesperación, pues la vida, como ahora lo veo, son precisamente esos momentos en que nos detenemos, olvidamos y volvemos a empezar.

Posted on 18:16 by María Eugenia del Pozo

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jueves, 31 de marzo de 2011

Lian se ha despertado esta mañana y la alegría no le cabe en el pecho. Llevaba varios días preocupado porque las plantitas del patio de su casa estaban mareadas, sedientas y algunas secas.
Antes de ir a la escuela se lo pasaba buscando agua en un vasito para regar las plantitas.

Anoche decidió pedir por la lluvia del cielo, y aprovechó su oración de familia para hacer su solicitud. Las plantitas se morían y él, por más que quería ayudar, no podía calmar la sed de todas. Le recordaba a Dios que debajo de la tierra viven los gusanitos y otros animalitos que necesitaban del agua.

Posted on 5:42 by María Eugenia del Pozo

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lunes, 28 de febrero de 2011


Se levanta bien temprano todos los días. Sin importar si es feriado o fin de semana. La Doña, como algunos le llaman, sale con dos barras de jabón de cuaba y una funda con varias libras de detergente, para lavar la ropa de la gente que vive arriba, a 80 escalones de distancia de su vivienda. 

Cuando no consigue “clientela” fuera del conglomerado de casuchas cerca de la cañada, La Doña convence a sus vecinos más cercanos para que le dejen lavar y planchar un par de piezas, por las que cobra entre 100 y 200 pesos, cuando es mucha ropa.

Posted on 18:33 by María Eugenia del Pozo

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