Lian se ha despertado esta mañana y la alegría no le cabe en el pecho. Llevaba varios días preocupado porque las plantitas del patio de su casa estaban mareadas, sedientas y algunas secas.
Antes de ir a la escuela se lo pasaba buscando agua en un vasito para regar las plantitas.

Anoche decidió pedir por la lluvia del cielo, y aprovechó su oración de familia para hacer su solicitud. Las plantitas se morían y él, por más que quería ayudar, no podía calmar la sed de todas. Le recordaba a Dios que debajo de la tierra viven los gusanitos y otros animalitos que necesitaban del agua.

¡Mami, mami… Dios escuchó mis oraciones, está lloviendo”, dijo Lian al despertarse este jueves, conmovido porque su extensa oración fue escuchada.

Hoy se ha ido al colegio alegre, como quien tiene en sus manos la responsabilidad de un mundo mejor.

Todos somos responsables de que cada plantica no quede sedienta, de que cada animalito pueda habitar en el planeta, de que cada niño sea feliz.

Este jueves estoy nostálgica, no porque sea jueves, sino por las bendiciones del día, y con la historia de Lian afirmo que Dios escucha a todos, no importa cuántos años tengamos, el lugar donde vivamos, seamos o no de almas puras.

Él no es un centro de servicio al cliente, pero es un padre y, como tal, atiende siempre a las peticiones de sus hijos.

Gracias Dios, gracias por el hoy, y por mi compromiso con el mañana.