El hermano más pequeño de Teresita le dijo con gran emoción a su padre -Papi, Papi, adivina, te tengo una sorpresa- mantuvo sus manos detrás y gritó: “tarán”, le llevó una botella plástica de refresco vacía, que había recogido de la calle.

“Que risa me dió”, dijo Teresita, mientras compartíamos en la escalera del frente de su casa y me manifestaba la vergüenza que siente cuando su padre se detiene a “busear” en la basura, en busca de botellas plásticas pequeñas, para el semillero que tiene en el patio de su casa.

Don Duglas recoge las botellas, las divide en dos, le hecha tierra y las semillas de las plantas que sembrará en su pequeña finca, pero para mi amiga, ver a sus dos hermanitos, menores de siete años, ayudar a su padre a recoger los envases es “denigrante”.


Contrario al pensamiento de Teresita, su padre, sin darse cuenta ha inculcado en sus hijos más pequeños, la noble tarea de conservar el medioambiente mediante el reciclaje, además de hacer lo correcto sin pensar en el qué dirán.

Es más vergonzoso que una persona cercana a nosotros tire basura a la calle, que otra que detenga su vehículo para recogerla y reutilizarla.

De ahora en adelante, cada vez que vea botellas de plástico por los lugares donde camine, me detendré y se las llevaré al padre de Teresita, de esa manera aunque no siembre un árbol cada año, ayudaré a que alguien lo haga por mi.

Foto: http://www.infojardin.com